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25 años
de amor, alegría y pasión
La Vanille de Rose es, ante todo, una historia de pasión compartida por amantes de Madagascar, cautivados por la riqueza de esta isla y fascinados por su tesoro más preciado: la vainilla Bourbon, este excepcional oro negro.
Establecidos en Madagascar desde hace muchos años, nuestro compromiso adquirió un nuevo significado en 1998, cuando decidimos compartir la magia y la singularidad de esta preciosa orquídea con el mundo. Desde entonces, hemos desarrollado una plantación de vainilla de 5 hectáreas en Sambava, en el corazón de la región de SAVA, conocida como la capital mundial de la vainilla.
Como productores a pequeña escala, nuestra empresa se basa en valores sólidos, especialmente en la importancia de la familia y el respeto por las tradiciones locales. Hoy en día, nuestro equipo está formado por 20 empleados dedicados que trabajan incansablemente para garantizar la producción de vainilla de calidad excepcional.
También somos maestros de todo el proceso de transformación: desde el cultivo cuidadoso de las plantas hasta la meticulosa cosecha de las vainas, pasando por el secado, el acondicionamiento, el almacenamiento y la exportación. Este control total nos permite garantizar una trazabilidad perfecta y preservar la autenticidad de nuestro producto en cada etapa.
Impulsados por el deseo de producir vainilla excepcional, también estamos profundamente comprometidos con la sostenibilidad ambiental y con generar un impacto social positivo en nuestra comunidad. Al valorar la experiencia artesanal, respetar los ecosistemas locales y apoyar a las familias que dependen de este cultivo, nuestro objetivo es preservar este patrimonio único para las generaciones futuras.
Con La Vanille de Rose, no solo recibes un producto: experimentas una historia, una pasión y una promesa de calidad incomparable.
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De Sambava a Antalaha
La preciosa vainilla llegó a Nosy Be, una encantadora isla situada en el norte de Madagascar, llevada por las hábiles manos de los plantadores de la Reunión durante la década de 1880. Desde entonces, ha ido extendiendo su huella hacia los rincones orientales de la isla, donde el clima concuerda armoniosamente con el de sus orígenes. Las delicadas orquídeas de vainilla, en busca de un clima tropical, encuentran su plenitud bajo las caricias de aproximadamente 2500 mm de precipitaciones anuales, en temperaturas suaves que oscilan entre 20 y 30° C. Etiquetada “Bourbon” desde 1964, la vainilla de Madagascar muestra con orgullo este nombre. Es en la región del “triángulo de las orquídeas”, también llamada “ SAVA ” en honor a las principales ciudades productoras – Sambava, Antalaha, Vohemar y Andapa – donde el cultivo de la vainilla ha florecido. Este lugar bendecido con elementos climáticos favorables resulta ser la tierra prometida por excelencia para el óptimo crecimiento de la aromática liana. Allí, los productores, armados de experiencia, inician una cuidadosa danza con el tiempo, porque el camino hacia la vainilla de calidad requiere una duración importante. Se necesitan de tres a cuatro años para que florezcan las primeras flores después de la siembra, seguidos de intensas semanas de polinización manual. Luego hay que esperar nueve meses para que madure el fruto, y un mínimo de seis meses adicionales para completar la transformación de la vainilla. Este último paso, que incluye escaldar, cocer al vapor, secar y refinar, es de crucial importancia. En cada etapa de este meticuloso y laborioso proceso, se requiere una atención sostenida para obtener la quintaesencia de la vainilla, esta preciada perla negra.